Empezamos por el lugar más típico de toda la ciudad. Es el Bodegón. Lo encontrarás en la última bocacalle a mano izquierda antes de llegar a la Plaza de la Encina. Cualquier berciano te dirá que aquí se comen las mejores patatas bravas del mundo (y es cierto) Es un lugar absolutamente imprescindible si visitas la ciudad (no hay cubiertos, no sirven en mesa, siempre hay que esperar cola, el menú lo componen cuatro platos pero os encantará) Muy cerca, justo después de la Plaza de la Encina y enfrente del castillo encontraréis Las Cuadras. Es también un restaurante de comida tradicional y realmente acogedor. En verano tiene una terraza muy agradable al pie de la muralla del castillo de los Templarios. Justo al lado, tenéis una cervecería El Bombardier, para bajar la cena. Y si queréis escuchar buena música y tomar una copa tranquilamente podéis volver a la calle del reloj y entrar en el Tararí. Si tenéis suerte escucharéis alguna actuación en directo. En esta misma zona y si os gusta la comida italiana podéis acercaros a La Competencia (pizzas muy buenas) en la misma Plaza de la Encina, tenéis otra justo enfrente (restaurante o zona de cortos y vinos a elegir) o la recién inagurada nueva Obrera, un restaurante de toda la vida que han redecorado con espacios diáfanos, mobiliario de diseño... Puedes cenar o ir de vinos.
En la Plaza del Ayuntamiento hay varias opciones. Si el presupuesto lo permite podéis entrar en La Violeta o dando la vuelta (a pocos metros) un mesón de los mismos dueños pero mucho más asequible. Muy agradable. Dáis la vuelta a la óptica que hace esquina y lo encontráis. También hay un italiano en la Plaza, El Trastévere, siempre concurrido, un mejicano y un kebab. Cómo véis para todos los gustos. De todas formas, la oferta es aún más amplia pero lo dejamos para otro post.